EN EL CUERPO FÍSICO
Reiki limpia, desintoxica, desbloquea, relaja. Estabiliza el sistema de autodefensa de nuestro cuerpo, refuerza el sistema inmunológico y reactiva nuestras fuerzas autocurativas. También estimula el sistema glandular endocrino, llevándolo a un equilibrio armónico. Con el Reiki se aceleran los procesos curativos, se calman los dolores, se refuerza la circulación y nuestro metabolismo comienza a recuperar su equilibrio. Los órganos internos y las glándulas se impregnan, en los tratamientos de Reiki, de energía, con lo que pueden volver a ejercer sus funciones naturales. A través de nuestros órganos excretores, (vejiga, intestino y piel) expulsamos impurezas y toxinas.
Se revitaliza nuestro cuerpo, los nervios se distienden y se relajan los músculos. Los nervios, anteriormente tensos, se vuelven más vitales. De repente, dormimos de un tirón y más profundamente. Nuestros ojos brillan más que antes y nuestra piel comienza a retomar su aspecto juvenil.
EN LOS CUERPOS EMOCIONAL Y MENTAL
Con los tratamientos Reiki se extiende por todo el cuerpo una benefactora relajación que produce tranquilidad y reduce el estrés.
También crece la comprensión sobre nuestras molestias y la confianza en nuestra propia intuición. Aprendemos a vivir mejor cada momento, sin dejarnos empujar ni avasallar.
Crece nuestra capacidad de asimilación, concentración y retención, y mejora nuestra memoria. Las estructuras de pensamiento rígidas se diluyen, y se cuestionan viejos principios. Esto nos motiva a hacer nuestra vida más flexible y creativa y a reunir valor para emprender nuevos caminos.
El Reiki siempre va a actuar en forma global, en todos los niveles, incluso aunque no lo percibamos en forma simultánea. Lo más importante es que el Reiki fluye hacia las raíces de nuestro malestar, dependiendo de quénivel de energía necesite.
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